Lo conocí en una fiesta,
no tardé en darme cuenta
de él, me atrajo por algo
y deseaba tenerlo al lado.
Desde una silla me miraba
con una sonrisa de mañana,
esperando la medalla
que con creces se ganara.
Me llamaba sin tener labios;
todos de él somos sabios,
como anaconda me oprimía
colorado me ponía.
Crecía de la nada
como magma del volcán,
se extendía cual plaga
y encendía mis venas de afán.
Son futiles los esfuerzos,
no es factible un acuerdo,
intentaba controlar mi cuerpo
por ende suponía, poco cuerdo.
Bailamos toda la noche
sudaba con tu cercanía
me lanzaba mil reproches
rítmica torpeza me envolvía.
Conocía de sobra tu nombre
mil noches soñé con él,
por fin te conozco, eres
aquello que quise tener.
Sé quien eres, le dije;
te llamas amor para mi,
eres patria del exiliado
y mis labios mueren por ti.
A la chica que más quiero
tú lo sabes, yo lo sé,
eres el pozo de mis deseos,
aunque este amor, no pueda ser.