Acomodo apuntes que están en mi memoria,Â
los borro, corrijo uno a uno para que se lean bien.Â
Ensayo su lectura en voz alta, los vuelvo a corregir.Â
No suenan bien.Â
Rehago distintas páginas hasta alcanzar la perfección:Â
retratar en plenitud la vida y cada una de sus vivencias.Â
Luego, bajo el brazo,Â
me voy con todos ellosÂ
a los lugares más desolados de la tierra,Â
los grito a viva voz,Â
pronunciándolos a la perfección,Â
utilizando mi mejor prosodia,Â
digo una a una palabras que lo conforman.Â
Mi lúcida mente modifica los últimos errores,Â
los hacÃan parecer vagos, imprecisos.Â
Mi vista se eleva sobre las más altas montañas,Â
diviso a lo lejos, en tenuidad,Â
comarcas desvanecidas;Â
auxilio mis primeras lágrimas:Â
precipitan tristes.Â
No. Las palabras tantas veces ensayadas, corregidas,Â
ni una de ellas sirve para consolar
lo melancólico que repentinamente ha nacido:Â
el baño de pena.Â
Bajo el interminable pasar de nubarronesÂ
alzo mis manos a cimas escarpadas de silencio,Â
y medito continuos mensajes de sabidurÃa que algún dÃa,Â
en algún lugar aprendà de memoria...Â
despierto en otro momento, en otro estado.Â
Me obligo a corregir nuevamente...Â
tantas veces modificado y otras tantas que los ensayo.Â
Mi cuerpo transformado otra vez de imperfecciones,Â
superado nuevamente por lo absoluto,Â
decaigo en mares de depresión...Â
errante vivo, y en el ocaso, la invitación sin lÃmite,Â
me saca moribundo a renacer de la nada.Â
Peregrino por laderas inclinadas,Â
tropiezo con tempestades áridas que nublan mi vista,Â
haciéndome afirmar en gélidas granizadasÂ
para asà retomar la verdadera ruta.Â
Aguardo amaneceres púrpuras,Â
azafranes que me deslicen sin dificultadesÂ
y mi vista recoja la sabidurÃa diseminada a cada paso,Â
en cada meditación.Â
Quiero dormir oculto en lo invisible,Â
percibir aromas irradiadas de virtud,Â
sumergirme en lagos donde habita la verdad,Â
escuchar los perfectos sonidos del alma...Â
añoro el pasado que se fue,Â
ése, el que jamás volverá.Â
Y en el más extraño sueño que me envuelve,Â
caen abruptas mis manos,Â
el peso de mi cabeza no soporta ni el más mÃnimo razonar.Â
Aún asÃ, lucubro en el más absoluto silencio,Â
en la máxima soledad...Â
El tiempo no existe,Â
el espacio es otro,Â
distinto al que alguna vez experimenté.Â
Muero y revivo a la vez.Â
Tomo de nuevo mis ajados apuntes:Â
los leo y los releo... ahora suenan bien y son perfectos,Â
los repaso y me los llevo bajo el brazoÂ
a pregonarlos a otras latitudes.
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