Por los senderos del Amor
y tomados de la mano
andamos a un mismo paso
camino a un plácido ocaso
de paz y tierno fervor.
Recorremos, ya sin prisa,
la ruta mientras la brisa
nos besa tan suavemente
y este amor, dulce y ferviente,
se encuentra siempre presente
cada día, alrededor.
Lentos, desfilan los días
y enmarcan las alegrías
de nuestras dos voluntades,
las dos personalidades,
en un mismo corazón
latiendo despreocupado,
plenamente enamorado,
al ritmo sincronizado
de nuestra mutua ilusión.
Por los senderos del Amor,
veredas paradisíacas,
recorremos nuestra vida,
con tu presencia querida,
con nuestro mutuo calor.
Por las noches, siempre juntos,
las sombras afrodisíacas
son testigos del desvelo
y corren discreto velo
sobre nuestro íntimo ardor.-
Eduardo Ritter Bonilla.
Viernes 14 de Agosto del 2009, 3:44 a.m.