Disfraces, cada ignoto poro de la piel,
dibujado entre vacíos camaleones, que
bifurcan colores y se hacen invisibles
a la vista de un mundo de hipócritas.
El letal puñal de una atiborrada
pasantía, carcome la inocencia
de los placeres remotos y el
celo del ofrebre de sus secretos
profesionales, la mano
de Dios, el disfraz de sus
súbditos...
Hubo un lugar, hubo un tiempo,
un espacio, un sinnúmero de
valores perdidos, hubo raíz,
tallo, flor y fruto, hubo
calor y témpano, hubo amor,
odio, placer y pacatería,hubo
resquemor, éxtasis, marihuana y cocaína,
hubo quemar la piel y desatar nudos
de las manos, hubo aliento y
deshonor...
Disfraces, tapados de rostros,
de almas y muros invisibles,
sudor frío en noches calladas,
pubis angelical destrozado
en mil reproches,
almas gemelas y no tanto,
vicios del dogma, caducos,
vestigios de una época,
de la que no recuerdo
ni su nombre.