No me juzguen, si en el remanso indeclinable
de alguna mañana nueva,
mi alma despega, por los cielos de los nuestros,
altar inverosímil, de algún ocaso innecesario, falaz orfandad...de mi alma ante tu incienso.
No me juzguen, si he hecho lo correcto o en
complicidad con la soledad de mis días,
ella sabe de mi corroción y de mi lamento,
y si me he equivocado, si he dejado de ser valiente, me juzgará el sol de mis otoños,
ciuando algún noctámbulo...lo experimente.
No me juzguen, si mis letras no aparecen,
donde solía frecuentar mi musa de terciopelo,
a ella solo le debo y le permito, mi recuerdo
en sus praderas...
No me juzguen, porque no saben!, y al no entender las razones de mi ausencia, quizás, se permitan obsequiarme con palabrerías de cementos.
Y no me juzguen...si cada tanto, mi pluma les advierte, que el dolor de mi recuerdo...les sangra demasiado.