A solas, cuando nadie me ve, solo soy el reflejo en el espejo, la escalera que sube, la sombra que se aleja, mi alma escapa, mi cuerpo se adormece en el letargo de la hojalata que duerme. Cuando nadie me ve, mi reflejo me hiere, apuntándome con el dedo acusador de los por qués, de los cuandos, de los quizás y los tal vez. Mentirosa hipocresía del vivir,
del estar y no estar, en ninguna parte, en cualquier lugar, bajo el cielo, sobre el mar,
¿qué me importa? ¿qué más da? Mi alma clama llorando, ¡déjame en paz! Cuando nadie me ve,
soy espíritu a la deriva en los sonidos del silencio. Nada es nada significa energía de ángeles que buscan la alegría, las sensaciones encendidas de la vida. Barquito de vela jugando con el mar, vientos que mecen ese jugar, lunas que ríen sobre la inmensidad. Cuando nadie ve,
vuelo con las alas de la libertad, tras ese viento dulce que me lleva sin más. Duermo sobre la nube
que abraza mi cuerpo mientras sueño, y no quiero despertar, ni volver a mi cuerpo.
Desnuda, descalza, sin disfraz,
tras el espejo quiero brillar
como luciérnaga de mil colores en medio de la oscuridad,
como mariposas en las bellas rosas.
Cuando nadie me ve,
quiero ser... soy,
cuando nadie me ve.