La música daba esa madrugada,
un tono diferente,
mi soledad acomodaba su ajuar,
sabía que vendría,
a buscar el refugio de sus brazos.
Largas calles caminadas,
acompañado por el eco de mis pasos.
De a poco, lentamente
la sutil melodía,
dejaba abierta la ventana de mi alma,
crecía la esperanza,
si corrí los peldaños,
me paré en el úmbral,
golpeé la puerta,tu puerta,
tu puerta,
solo el siléncio,
respondiendo mi llamado.
ay dolor,recuerdos del pasado.
Regresé, arrastrando el olvido,
si él fue mi lazarillo,
que me llevó a otro úmbral,
otra puerta, mi puerta,
golpeé con rábia,
sabía que de ahí nadie saldría.
Para sorpresa mía,esta se abrió,
y en el úmbral, mi soledad
con sus brazos abiertos,
su ajuar reluciente, interpretando
su mejor melodia,
la misma que dice del amor,
rompiendo el corazón,lagrimal inundado
llorando en siléncio en los rincones.
La música daba un toque diferente,
comunión perpetua, mi soledad y yo.
avelino
10/01/2009
03:45hs