Gira en nauseabundas veleidades
el espasmo convulsivo de la mística, banal
retórica espectral de los farsantes mercenarios
de verdades duplicadas, en abismos de juguete
donde caben sus pequeñas ideas que son cenizas,
sin haber sido elemento jamás, ni aún soñado,
y siempre con la hiel de otros denarios.
Ejércitos hipnóticos danzan el curare
que inocula el endiosado artesano de los mitos
amalgama de palabras, ritos y aún malditos
presagios de dioses del pasado.
Que no sea el samsara que los encuentre sin ropaje
para abordar las vibraciones del reparo,
donde la cáscara polimorfa de mil años
mostrará la sucesión del daño del malvado.
Si en la simplicidad de vislumbrar lo posible
aunque no ideal, el pensamiento perjurio aleja,
y cierra las diatribas del cosmogónico fracaso
al pretender el sol cuando solo es el ocaso,
el alimento, aunque pan ácimo será tangible.
Y en el reducido ámbito de las utopías
con polaridades de cristal que fingen hierros
alcanzaran la verdad quienes se despojen
de primitivas soberbias tan sombrías
que ocultan al embrionario niño abandonado
ausente de las manos, o un reflejo
donde refugiarse pueda sin generar daño
o sin saberlo, con su llorar equivocado.
No seguiremos ejércitos de falsarios
que dentro o en derredor son solo escoria
que pretenden opacar esplendores y memoria
de virginal luz, de los dones, maestro milenario