Deja en mí Señor, tu bendición,
aquel testimonio de libertad,
para santificar tu gloria.
Que sólo quede tu voluntad,
para sentirte en todas partes,
a cada momento, a toda hora.
Permíteme volver a ti, con humildad,
sobre la espina de tu corona,
entregada por completo a tu palabra,
en cada instante, sería mi mayor honra.
Faculta mí vida, con aquel amor,
donde nunca pueda esconderse tu Gloria.
Libera mis cadenas terrenales,
con aquel sentimiento que me sujete,
con fortaleza, a tu fe constante.
Tengo la confianza en ti Eterno,
para llevar a cabo tu propósito de amarte:
Liberarme de las cadenas del sufrimiento,
de la hostilidad, la discordia y el desamor,
abriendo las puertas de mi corazón,
a tu palabra, como acción de mi pensamiento.