Te veo,
y es como si te hubiese visto siempre, desde antes, desde ahora, desde toda mi vida. Te miro, desde todo mi tiempo, y el tiempo no me alcanza para dejar de verte, porque te sigo viendo desde afuera, desde adentro, desde tus indefinibles ojos
del color del silencio. Te oigo, y el eco de tu voz me penetra los huesos, me va tocando a fondo, como suave caricia que va dejando el viento. Y la noche se alarga, y el día se hace breve en espera del tiempo, del tiempo que no llega porque ya ha transcurrido, porque se ha ido lejos, perdido en las montañas, para que ya no pueda
tratar de retenerlo, de apretarlo en mis manos, pegarlo a mis entrañas, para que ya no pueda seguir viendo tus ojos, desde ahora, desde siempre, desde toda mi vida,
para que no te vayas!