Eres eterno baluarte
de camelias infinitas.
En la vertiente bendita
que inspiran tus clamores,
deje guardadas las flores
que adornan vuestros encantos.
En las rojizas mañanas
de los soñados nardos,
azules, blancos, amarillos,
me cobije para amarte,
sin que el día lo supiera,
fue un ardid de mis penas
para acercarme a tu piel.
Eres bella primavera
mujer de las ansias mías,
como atormenta mi alma
tu desprecio a lo que pido;
sólo soy gorrión herido
que no aletea de pena.
Deseo tanto tenerte
que mis ojos ya no ven,
tus defectos ni tus luces
tus ágiles y delgadas manos
tus ligeros pies de dulces.
Dulces descalzos pies míos,
al tenerte son tan fríos como
los brazos del rio que bañan
las ganas mías.
Bien… adorada alma mía
cobíjame en tus encantos.
Que la sed me esta matando
de deseos y temores.
Que acercan tus blancas flores
a mi tumba sola y fría.
Quieres que te haga una rima
desde aquí donde estoy
“Son las vertientes de luces
un encanto de belleza,
de frente en una mesa
declarare el amor mío,
para así caer herido
a tus pies que son de dulces.
Triste, quebradizos, frágiles
amados, descalzos, fríos,
mi alma va por el rio
y mi cenizas también.
Como en un triste desden
crearé en el encuentro
un amor que es tan inmenso,
como las piedras del rio”.