Mis recuerdos descendieron conmigo:
Tus vestidos, tus abrigos y tus utensilios de belleza,
Descendieron conmigo, a la certeza,
Para cortar la entrada de las calles, soy tu amante amigo.
¡Cintura que recita poemas y canciones!
En la pradera de mi pecho, tu intenciones.
¡La de los labios carnosos como fruta! Sabrosa.
Qué provocativo es tu perfume, hermosa.
Mujer latina, de cuyos ojos gotea la miel parda,
Gota a gota, de tu labio inferior, gotea la poesía,
Verso a verso tus dedos que duermen entre los míos,
Lee las rayas de mi mano, que poder tienes tú en mis martirios.
Sin que descubra las cinco letras de tu nombre.
Todo se puede negar salvo, a la mujer que amo,
Todo puedo disimular, meno mi pasión por tenerte.
Salvo los pasos de laura mujer que se mueve dentro,
Todo se puede emitir, menos tus apasionados besos
Salvo tu feminidad. ¿Dónde ocultarte, amor mío?
Si somos dos bosques que en el mismo fuego arden,
¿Dónde esconderte, amor mío? Que no te encuentre mi corazón.
¿Dónde llevarte? ¿Dónde me llevarás? Sin la misma pasión.
Y nos observan como a dos felinos encerrados,
En una reja de acero y cerrada, nadie ha leído mis poemas,
Sin que conozca mi lenguaje, si tú no los dejas,
Viajar dentro de mí, nadie ha viajado en mis versos,
Sin que llegue sano y salvo al puerto de tus ojos.
No hay nadie a quien haya dado mi dirección.
No he tenido la intención, laura, de mi devoción.
Que no se dirija hacia tus labios, nadie abre mis cajones.
Se que te encuentre allí, dormida cual mariposa.
Nadie ha desenterrado mis hojas, mis versos y pasiones.
Copyright © 2010 - Ramiro Álvarez Cedeño.