Si acaso tuviera que irme
mañana mismo de este mundo,
abandonar esta vida,
¿qué quedaría de mi?
¿qué podría saber la gente
de lo que han sido mis pasos
temerosos, inseguros,
presurosos, inmaduros,
por el sinuoso sendero
que me ha tocado vivir?
Sería muy insuficiente,
de testigo, mi poesía,
para explicar plenamente
mi pensar y mi sentir.
Mi alma es mucho más compleja
de lo que he dicho en palabras
tan pobres que, el pensamiento
las rebasa fácilmente,
pues lo que habita en mi mente
no se puede traducir.
Cuando mi mente dormida
y mi embotado entendimiento
consiguieron despertar,
después de una larga vida
de sueños y despedidas,
de las luchas, las heridas,
los triunfos y las derrotas;
de tantas almas queridas
y las ilusiones rotas,
¿qué quedó de mi soñar?
¿Cuál sería mi testamento,
mi herencia a la Humanidad?
¿Mi aporte al conocimiento?
¿Quién podría mis sentimientos
con certeza interpretar?
¿De qué sirven la humildad,
la virtud y el sufrimiento,
si el paso lento del tiempo
ya los comienza a borrar
y se pierden en el viento?
¡Cómo quisiera el momento
de mi vida eternizar!
¡Poder plasmar con mi aliento
en las páginas del tiempo,
con mis versos, mi cantar!
Decir a todos qué siento,
cuales han sido mis luchas;
qué quedó en mi entendimiento
después de que el firmamento
quise, inocente, abarcar.-
Eduardo Ritter Bonilla.