Recorriendo los recuerdos que unen nuestras pensamientos esta noche,
voy tejiendo entre el mar que separa
las islas de nuestras almas gemelas,
la más sublime de mis poesías,
ésa que llegará hasta tu corazón
y se sembrará en tu vida
como la sangre que recorre tus venas,
como el silencio que arropa la noche.
Hace apenas unos momentos, tu piel virginal callaba mis besos
y la estela de tu cuerpo desnudo se erigía en mi lecho,
dejando poco espacio al perfume impregnado de tu cuerpo
que llenó esta habitación de tanto amor sereno.
Y mientras más navegaba en el mar de tus caricias,
tu alma desnuda se vertía a través de tus labios bermejos,
cuando hambriento de tu piel desnuda, callaba sin saberlo.
Al darnos cuenta, el aire nos faltaba,
el tiempo se había paralizado,
y llovían nuestros cuerpos.
En el silencio inmenso de la noche
los segundos seguían marchando implacables
mientras que en nuestro nido ya se había paralizado el tiempo,
y cuando todo parecía no moverse y era ya silencio
tus ojos cerrados me gritaban no sé que cosas,
mientras tu respirar no cabía en tu pecho.
Hoy, al no tenerte a mi lado
mis manos ciegas dibujan sin quererlo
el mapa impúdico de tu cuerpo,
ése que se quedó plasmado en el lienzo de mis deseos
para nunca olvidarte, aunque el amor sea corto
y eterno el sufrimiento…