Vacío quedó el hogar,
todo quedó sin sonido,
la soledad nos embarga
con el silencio maldito.
Cuando más falta hacia
se deshizo nuestro nido,
se lo llevó el vendaval
al separarse los hijos.
Llegó el final de vivir,
si vivir fue lo vivido,
con ¡ayes! de mil dolores
que los dos hemos sufrido.
Ya sólo nos quedan noches,
noches de luto y olvido,
las miradas apagadas
nos dicen lo que sentimos.
En recuerdos se va el tiempo
de vez en vez, un suspiro.
¡Ay! cuanta tristeza queda
cuando se nos van los hijos.
.oOo.
Madrid 22 Noviembre 2008
-Manuel Cornejo González-