Por este lugar de la tierra la lluvia es muda,
no hay tambores y danzas de media noche,
ya no se desploman los gritos del cielo,
hoy, algo en lo más profundo ha florecido y se ha ido.
Entre tacones y catacumbas se abrió camino,
creo que era un pozo olvidado por el mundo,
ahí nacía el agua que corría bajo mi tierra,
ahí brotaba la sangre que salpicaba el azadón.
Si se mantiene fiel buscará el manantial de los sueños
marchando abatido con tambor en mano.
Cardenal, ¡canta y no vueles por treinta días!
porque tú eres su norte, su rosa y olivo.
Cuando las olas mojen tu mordida a la luna
y dejen su arena sin liebres y diosas,
tocará a tu puerta con la luz de la libélula
y seguirá tocando con golpes de granizo purpura.