Me fascina la exageración de tus jardines,
Cuando despide a todos tus jazmines,
Y me nombra clavel de tu pecho.
Ahora que eres mi Laura no te lo reprocho.
Si de tu cuerpo soy escultor sin recompensa,
Cargo el reloj de arena sobre mi espalda,
Y lo arrojo en el mar del infinito, promesa,
Llevo desde el año dos mil antes de tu pecho.
¿Haciendo lo mismo? ¿Por qué, amiga mía?
¿Me pides que comience desde el principio?
Es una larga espera y no sé si me acostumbraré
A tan solo pensarte, recordarte, y a veces soñarte.
Como si se opusiera a ser inspirado por tu ser.
¿Será que me hace falta el aire de tu respirar?
Copyright © 2010 - Ramiro Álvarez Cedeño.