Cuando me hablaron de aquel sitio,
no imaginé lo que me esperaba,
no eran tanto los paisajes,
no era tanto la frescura,
como la gente que allí estaba,
quienes nos recibieron con tanta ternura.
Una señora muy amable,
con su familia acompañada,
que nos decía a cada rato,
epa, que aquí no les falte nada.
Y luego nos enviaron como refuerzo,
a un señor tan agradable y apuesto,
que al vernos en su casa,
de inmediato nos dijo,
aquí tienen todo ésto.
Y por si fuera poco,
tantas atenciones maravillosas,
nos enviaron a otro chico,
que ya a media noche con risa jocosa,
quería deslumbrar a mi amiga la gocha
y entrando en el baño en forma silenciosa,
dejó la puerta abierta pa' que pasara cualquier cosa.
Ah, pero mi amiga que no es nada bobita,
eso se los aseguro,
sabía que el fulano,
a la puerta no le había puesto el seguro
y así empujó la puerta como una carajita
y encontró al muchacho con las nalgas blanquitas.
Que pena la nuestra,
mirarle la cara al dueño de la casa al amanecer,
pero no se preocupe, ya ésto lo conversamos ayer
y a esa gochita, no la volvemos a traer.