LLamas a cada instante y te llevas a quien quieras
no respetas vidas, solo las tomas para acabarlas
en la oscuridad, de las profundas tinieblas
observando a cúan moribundo te arrastras.
No perdonas, eres infalible, cuando te propones desafiar
a la vida, que te mira con desden y temor infernal
actúas socavando todas formas, que parecen perpetuar
cuerpos pobres y ricos, que solo piensan en la emoción carnal.
Eres ocaso indefinido, en laberintos estrechos de oscuridad
pero si alivio a cuerpos y almas desamparadas por el pecado
inexpugnables, sin posibilidad de conversión inalterada
caen muchedumbres enteras bajo tú influjo despiadado.
Muerte inperdonable, asiento de demonios recalcitrantes
y absorbentes de perfidos desafios, cuando te escondes
y apareces cuantas veces quieres, como viento diabolico
dejando tristezas profanas, con tinte maquiavelico.