"REINA Y SEÑORA"
Virgen María, flor en botón:
vengo a ofrecerte mi corazón,
a solazarme
y ante tus plantas a arrodillarme
rememorando con devoción
ese prodigios de tu Asunción.
Tú que en los brazos de los Querubes,
cuando dejaste nuestra parcela,
fuiste elevada sobre las nubes
dejando llena de luz tu estela.
Coros angélicos se escuchaban
cuando entre vítores te aclamaban
como a su Reina, Madre de Dios,
mientras con júbilo proclamaban
las gracias todas que te adornaban
con dulce voz.
Amontonadas frente a las puertas
del cielo, ansiosas y boquiabiertas
de expectación,
todas las almas enamoradas
cantan y ofrecen
emocionadas
su corazón.
¡Qué hermosa estabas!
Y acaso nunca te imaginabas
que todo el cielo se fuera a abrir
y que salieran a recibirte
cantando Glorias y a bendecirte
como te quiero yo bendecir.
En los dinteles de aquel palacio
que como nunca se decoró,
entre tapices de oro y topacio
una silueta de un ángel lacio,
Virgen María, se arrodilló.
Cetro y corona te presentaba
mientras la orquesta se desataba
con varios ritmos y un Serafín
hacía un "solo" que se diría
que era del alma la sinfonía
con su violín.
Fuiste nombrada Reina y Señora
de todos ellos y de su amor
y desde entonces ahora y en la hora
lo mismo que ellos, mi alma te implora
Virgen María, divina flor.
Tú que conoces mis desconsuelos
y los afanes de mis desvelos
y mi dolor,
hoy que a tus plantas vengo a postrarme,
haz el milagro de consolarme,
Reina del cielo,
Madre de Dios.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)