En el iluminado salón del teatro,
suenan los arpegios de música clásica…
De pronto tu grácil figura se desprende
de entretelones de terciopelo morado…
Todo es silencio y tu cuerpo se irgue
cual cisne hacia el cielo…
Giras, asciendes tu estampa,
sobre las puntillas de tus pies.
Tienes alas en las manos
y en el aire estremecido desovillas figuras…
En rápido aleteo de los pies que se entrelazan,
como sostenida por hilos invisibles.
Dibujas en el aire una extraña telaraña
al son de las notas que enmarañan…
Todo es sortilegio, y despiertas sueños
en quienes observan ese junco de figura
que danza incansable sin cesar,
interpretando las notas de música celestial…
Bella bailarina que emanas con tu cuerpo
envuelto en sedas y tules…
El blanco de tu atuendo semeja,
nubes de ilusión y sortilegio…
Inigualable bailarina:
giras como el remolino
que envuelve lo que encuentra…
Pero a ti el sonido te incentiva
y representas esa danza que te envuelve,
en ese sitio de ensueños
donde deslizas tus zapatillas de raso.
Y tus brazos etéreos
al compás de las notas
que representas, como la brisa.
Colgada del infinito,
tu belleza de cisne, que te transforma
como suave aleteo de mariposas
en incesante danza sin fin… Mecha Foderé