Desenterró de los abismos que sume la arena
Un cofre del tesoro escondido bajo una palmera.
Encajó su pequeña llave dorada en la ranura,
Abrió el cofre, y alcanzó su santuario de escritura.
Querido Diario:
”Te escribo hoy aquí, bajo la ternura de Dama Luna,
Compañera de incesables y alocadas aventuras.
Te escribo hoy aquí, porque he conseguido levantar mi duna,
Mi montaña de deseos e ilusiones que carecen de cordura.
Cómo decirte, querido diario, que mi exquisita locura,
Se subió un día a una roca, y creyó en la noche ver al sol.
Cómo decirte que mi vida, sino sabe a amarga ternura,
Sino entiende de amor, sabe a agrio dolor.
¡Qué desesperación! ¡Mi corazón entra en estado devastador!
¡Soy sempiterna oscuridad enamorada del frágil resplandor!
¡Qué acto de demencia! ¡Mi alma con cordura se ha vuelto recia!
¡Soy muñeca de cristal enamorada del soldadito encantador!
¿Dime, diario, ahora qué he de hacer yo? ¡Ayúdame por favor!
Que se me viene encima un mundo de evocación.
¡Qué hacer ahora, que la magia ha conjurado este estertor de amor!
¿Qué hacer ahora, siendo tan distantes, causándonos tanto dolor?
No me importa ser una mártir, un desastre sin ninguna solución,
He aprendido a quererte, amarte, adorarte hasta estallar en devoción.
Acepto presta y rauda este estallido de amor, acepto ser dueña de tu calor.”