Aliméntame, con las delicias de tu cuerpo,
que se impregnan en mí, cada vez que te beso,
mas allá de mis caricias en tus desiertos,
y más allá de mi boca prendida a tus deseos.
Cobíjame, después de que mis inciensos
mezclados con los tuyos nos perfumen la piel,
y cuando perfores los muros de estos silencios
hasta lo indecible... tendrá sabor a miel.
Sírveme en los costales de nuestra incandescencia,
aviva el fuego de la pasión en mí...
rodea el alma con tus finas presencias,
y nunca me enseñes a vivir sin ti.
Y pasea desierta tu piel sin los rodeos
que inventas en secreto para seducirme,
tómalo así, es tan sólo un te quiero...
que me envuelve en tus redes cuando intento irme.
DANY-ELSA FARIÑA
14-09-03