Este asiento está vacío
como el fondo de un adiós,
muchas veces ocupado
como el cielo de Dios.
No me cierne que este viejo
la madera y el reposo de este asiento,
y doy por revolver aquel consejo
de tirarlo a los brazos del viento.
No es compasión ni lago aliento,
no es monotonía de algo ileso,
es tan solo, a veces, siempre un beso
que dio mi Madre al descontento.
Es trágico de llanto, por ser eso
que todo el mundo llama dolor,
ausencia libre y por todos preso
que guarda en lo hondo y en el pecho amor.
No estarías tú, tan siempre muerta,
por todos dramática, por ser triste,
ni por tus hijos, nunca, ni por tus padres ¡despierta!,
la voluntad es de Dios… y siempre lo supiste.
¡Ausencia de Madre, presencia de Madre!
Salutación a mi Madre, por los días que está conmigo presente
y por sus días de ausencia.
EstertoR de AmoR
Noviembre - 2007