RELEGADO

Un sabio invidente un día me dijo:
Pepe jamás tú pelees ni discutas
por el futbol, por la política
ni tampoco por la religión.
 
Y aquél Señor para mí lo creo,
que gozaba de mucha sabiduría
y le di entonces la razón.
 
Y así, con esa doctrina
  que la he hecho como mía,
  se me pasa la vida viviendo tranquilo.
Pero me resulta algo aburrida.
Es como si al chorizo le faltara
el rico ajo y pimentón. 
 
Pues quién los lunes en el bar
no se enciende en la porfía
de los tres conceptos mencionados
Diciendo: ¡mi equipo es el mejor!.
Que es mejor el presidente
del partido que votó.
Y que su Dios es más verdadero
que los de ninguna otra religión.
 
Entonces yo recuerdo,
en el fragor de la discusión,
aquellas palabras sabias
que aquél sabio me enseñó.
 
Y al punto me transformo.
Y a todos les doy la razón.
Y así quedo relegado
y como trapo en un rincón.
 
Por ello hasta a veces dudo
si hago bien siendo prudente.
O tal vez para saborear la vida
hay que seguir del río,
su natural curso y su corriente.
 
Y pensar en el refrán que dice:
camarón que se duerme,
la corriente se lo lleva.
 
En mi caso,
la corriente no me lleva
pero el curso del agua me deja
embarrancado en la maleza
de un recodo donde el río
pierde toda fortaleza.
 
Allí solo acuden los mosquitos.
Allí solo acuden las culebras.
Allí a veces los sapos
croando lloran sus tristezas.
 
Por ello lo estoy pensando
y tal vez siga gritando.
Gritando y porfiando
y hasta faltando a la prudencia.
 
Para así sentirme vivo
como el torrente entre las piedras
que encuentra en su camino.