A: Patricia Perez Calero
El sol se va con las nubes flameantes de la tarde fugitiva;
observo como las nubes se enrojecen hasta quemarse,
se evaporan hasta que se carbonizan y el mundo se oscurece;
ya no hay día, ahora es noche, una templada, fría y helada noche.
Cuando la luna brilla, su esplendor vuelve mis memorias recuerdos;
recuerdo los besos vanos, entregados a amores del pasado,
mis labios heridos lloraban y esperaban ser correspondidos,
y mis manos vacías se aferraban ala andar de un helido viento.
Hoy mis ojos ven firmemente los ojos trémulos de mi amada,
mi corazón salta cuando su cara dibuja una sonrisa,
hoy las jaquecas, pues yace su voz melódica resonando;
mi día, mi presente, mi mundo, mi vida, todo ello es mi princesa.
La llevaría donde el atardecer conecta con el mar,
hasta donde las montañas rozan el vientre del cielo,
volaría de su mano por entre las nubes de algodón,
y le mostraría la superficie de queso de la luna.
En sus labios rufinos el sabor de miel que tanto me gusta,
en su andar el movimiento que hechiza la pupila de cualquiera,
en su cabello negro brilloso el aroma a primavera joven;
tanta hermosura apenas cabe en el cuerpo de mi princesita.
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cristopher antonio moraga
27/DIC/2010