El sol intenso y abrazante,
En aquel paisaje lúgubre e inhóspito,
En el silencio tu risa se hacía un poco distante
Y el eco de tu voz en la soledad se hiso insólito.
El calor calcinante estragos hacía,
En tu cuerpo frágil y elegante
Raudo el sudor tu cuerpo recorría,
Dándole alivio a tu corazón sofocante.
Se corrió el maquillaje,
Cuidadosamente en tu rostro delineado
Tu belleza contrastaba con aquel paisaje,
Que en mis recuerdos quedo encallado.
Eras la reina de aquel lugar,
Entre lirios, topacios y jazmines
El sol imponente no te pudo hostigar,
Pues tu aroma estaba entre los jardines.
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Ángel R. Anaya Puerta