Caminaba presuroso un dia,
atravesando furtivo en tierras extrañas;
y aun que volver sobre mis pasos podia,
tras de mi no quedaba ya nada,
por lo cual lo hubiese de desear.
De pronto y sin darme cuenta,
tras cuatro dias de interminable caminata,
me encontre en medio de un pantano,
el cual despues comprobe
que de lagartos era tambien la morada.
Ya cuando en la fatiga,
no encontraba del pantano la salida,
y una fuerte sensacion de claudicar me invadia;
como ultima opcion para mi auxilio,
eleve mis ojos al cielo,
e invoque tu gracia,
dulce Virgen Maria.
Y creanlo o no,
pues al final eso para mi prosa no importa,
terminando de orar,
un gavilan paso cantando
sobre mi en bajo vuelo,
y a un arbol que se encontraba de mi distante,
como señalandome la salida,
se fue a posar.
Y por ahi sali.
De ahi en adelante,
durante cuatro dias,
desde el despuntar del alba,
hasta que el sol se ponia,
señalandome la ruta con su canto,
acompaño mi lento caminar.
Al finalizar el cuarto,
cuando aburrido de vivir y cansado de luchar,
inherte a mitad de un camino yacia,
llego de mi tan cerca,
que parecia que sus alas me ofrecia,
para que pudiese continuar.
Me incorpore muy lentamente,
y al final de ese dia ,
conoci a una familia
que me acogio presurosa,
hasta que las llagas en mis pies,
por completo llegaron a sanar.
Y asi, dulce Virgen Maria,
humildemente,
por siempre te he de agradecer.