Decenas de estrellas culminan las noches,
con blancos resplandencientes se mecen al trote
de una luna que renace y coloca su broche,
a la oscuridad que permanece hoy en los montes.
Los árboles bailan al son de unos acordes,
siendo susurros del aire que tocan los tambores,
amarrados con fuerza, evitan los tropezones
invitando con sigilo a las más bellas flores.
El sol amanece entre fuegos de colores,
naranjas y amarillos se juntan dando girones,
al despertar de los nidos volando horizontes,
sobre un cielo mágico, testigo de sus voces.
Verdes intensos que sobresalen a los marrones,
pintura de la naturaleza que revive sus dones
vivienda entrañable de especies ricas y pobres
que jamás nuestras manos maten tus ilusiones.