Con moscas verdes en sus labios grises,
con el estómago pegado al espinazo,
los intestinos repletos de lombrices,
tan débil que no puede dar un paso.
Su mirada se pierde en los matices
de una niñez cortada a machetazo,
porque con hambre, no pueden ser felices.
Son niños que no tienen un ocaso.
Si hermoso es este mundo como dices,
Si Dios nos dulcifica con su abrazo,
no dejemos que mueran infelices
con el hambre prendida en su regazo.
Unamos nuestras manos. Que deslices
un manantial de pan, y que el pedazo
dejado en su manitas, sean raíces,
que engendren el amor y no el rechazo.