Me has dejado noneco,
obvio, eres una doncella,
por varios hecha eco,
que en mi ha dejado huella.
Tu hermoso color obrizo,
de tu cabello y piel;
irradia y causa desquicio…
por probar de esa miel.
que acelera el corazón,
con contemplarte un poco,
basta para perder razón,
y errabundear como loco.
Sosegando al tacto,
incitado por tu cabello,
haciendo fiel pacto.
de una caricia hasta tu cuello.
¡Oh! que sonrisa tan bella,
que pone celosa a la misma estrella,
y ennegrece al mismo astro,
y yo te miro y voy alastro.
alastro, si, para mirar más allá,
eso que abulta tu escote,
encumbradas que incitan al alborote.
y a las pasiones acalla.
pero no a mis versos,
que otean tu divinidad,
y mis deseos inmersos.
ante y sobre semejante deidad…
ardiendo en antojos,
conformándome con mirar tus ojos,
imperando tu pecho, tu blusa.
rumbos que mis ganas no rehúsa.
inéditos caminos.
por mi jamás transitados,
solo con pupila, jamás con tacto,
apaciguándome con recato.