Verdeprado acontecido en el holocausto
De este ceñido frío que pugna con el aire
Al rendirse al cálido verano de tus labios.
Breo con algidez de sapo, y me sonrío.
Aneo Cercano por tus ojos
Esos que ayer me confundieron con el ego,
Y quiero, deseo adherid mis sentimientos
En una montaña de cemento
Y fingir al miedo, que esta, esta no es su casa.
Te sonrió mientras te escucho, y al mismo tiempo
Te añoro sin haberte ido.
Afeo al mundo, primo al egoísmo su deterioro,
Prestando mis honorarios al difunto
Siendo un muerto sin llegar a las puertas del cielo;
Vive como humano junto al diablo.
Y es entonces, cuando el quizás de una pregunta,
Aparenta ser espectro
Al reflejarse al momento
En cada una de una historia
Que permuta su ira al silencio.
Te sonrió mientras te escucho, y al mismo tiempo
Te añoro sin haberte ido.
Quieto. Monumento esquematizado en el esqueleto,
Junto al albor de unos huesos,
Adjunto a la vocal que sonoriza los labios,
Al verbo que vive dentro
Y respira presto a los silencios.
Quieto. Escultura arqueada en el cielo,
Abrevado al río seco
Que hierve sus uvas al tiempo que el vino
Yace en el paladar de la sed, vertidos desde vasos
Ya vacíos; derramados a la vertiente de tus labios.
Te sonrió mientras te escucho, y al mismo tiempo
Te añoro sin haberte ido.