Ojalá mi voz fuera
tierra fértil y generosa
donde en ella florecieran
mil palabras hermosas;
Todas te las dedicaría,
te las acercaría al oido,
y suavemente las deslizaría
hasta arrancarte un suspiro.
Ojalá supiera tocar
en las finas cuerdas de tu pelo
melodías de ternura inusitada,
que tallaran en tu aliento
leyendas de pasión y magia
para recitarlas en el secreto
rincón donde unos ojos
se miran en silencio.
Déjame extraviarme en tu mirada
del color de la noche más oscura,
la más propicia para los besos,
los sueños y la locura;
Quizá sea por eso
que por tí pierdo la cordura,
por tí, que eres mitad noche, mitad sueño.
Por tí, que llevas una flor
por dentro del pecho,
una flor reclinada
sobre el lado izquierdo.
Déjame volar en su aroma,
ser la escarcha de sus inviernos,
ser su luz y su sombra,
su guardián y su prisionero.
Mientras las mariposas
se atusan en tu espejo
al fuego de tu risa
juntos nos calentaremos
y después te sacaré a bailar
sobre las cenizas del tiempo.