Mentiría al decir que no te ansío,
que no imagino el roce de tus labios,
pues de confesarte, ¡mis agravios!
son causa de mi amor y desvarío.
A veces yo quisiera, que el olvido,
tocase a la pasión que me somete,
pero el amor regresa y arremete,
más fuerte, más tenaz, y decidido.
Y encuentróme de pronto, tan cansado,
de oponerme con tosca resistencia,
a este sentir ingrato y sin clemencia,
que me tortura y nunca me ha matado.
Confieso, por momentos cesa un poco,
trayéndome por ratos el consuelo,
pero regresa envuelto entre mi anhelo,
si en mi pensar, el nombre de ella evoco.
Y tórnase de nuevo el sufrimiento,
más fiero, más torvo y más bravío,
sintiendo desgarrado el pecho mío,
porque en jirones tengo el sentimiento.
Porque esta hermosa grácil, y radiante,
encarnación perfecta de mi esbozo,
me tiene esclavizado cual un mozo,
quedándo de mis manos, tan distante.
Pero el amor no es dulce que se goza,
ni retoño que brota en primavera.
El amor es la chispa de una hoguera,
que al alma entre sus llamas la destroza.
Así que aunque me deje sin aliento,
y sufra por las ganas de pensarla,
jamás abrigaré arrepentimiento,
si pude como nadie, idolatrarla. (2003)