En este momento de honda tristeza
sólo pienso en agachar la cabeza
y dormir, olvidando la pena,
recordando tu cara serena.
Tus ojos dichosos deseando verbena.
Tan llenos de vida, princesa.
Tan plenos, esperando alegría.
Y yo, impotente, que poco podía
ponerte a bailar, vida mía.
¡Que poco valía mi triste poema¡.
Poemas de pena. Poemas de preso.
De un pobre que pide en la esquina.
Mendigo de amor a una rica princesa.
Tan pobre me siento que ahora ya entiendo
porque te pagaba si apenas gozaba.
Pagaba tu risa, tu impagable sonrisa.
Y cada vez siento, teniéndote enfrente,
vergüenza de haberte robado tu tiempo.
¡ Enano y corto de mente. Indecente.
Villano me siento. No puedo ni verme.
El fondo del mundo. Tú debes perderme.
Perdona mi cara. Perdóname para siempre.
Rompe mis poemas. Son locas ideas
de un pobre demente
por quien tu nada sientes.
¡Pero que atrevimiento¡ ¡Qué insolente¡
Atreverse a pedirme cariño, simplemente ¡
El amor no se vende, ¿Comprendes?