Salgo al sol atrevesando sendas,
las alamedas desdibujan el contorno del rio
y yo sigo con mi labor de arriero
y recorro senderos y cruzo caminos.
Sueña la lagartija con un ojo abierto al dia
y en pequeño estruendo mana la fuente,
su menuda y tranparente melodia.
Que buena se me presenta la tarde,
culmen de vida, radiante de poesia.
Aun los arboles ensombrecen calores,
los sin sabores huyen fatigados, imposbles,
y en torno a mi una mariposa de mil colores
va dejando una estela en las flores
de paz y de alegria.
Que no me ronden quisiera, penas taricioneras,
en esta tarde de octubre que despierta al dormido
libera al cautivo de su culpa, lo exonera,
y libre ya puede gozar de su albedrio.
Como yo como cualquiera llevamos siempre
en el alma un poco de melancolia,
cuando el crepusculo araña la claridad del cielo
y un velo sonrrojado sacude los cimientos del dia.