Ave, no alces el vuelo
sin que yo te admire
una vez más.
Extiendo el brazo
para que te poses,
pero tú ya has cruzado
el viejo pinar.
Por los pasillos de la memoria
tus plumas caen en la
tinta para escribir tus deseos.
Te despides, te alejas, huyes.
Vuelas ¡vuela alto,
más alto que las otras golondrinas
del otoño, ave pascual!
Pienso en mi corazón
que hará que vuelvas a la jaula
al palacio de arcilla
en que nos reuníamos antaño,
hablando, riendo, soñando.
Ahora no estás, tantos años.
El pasado juvenal no fue
nada sin tus alas
alegres que me hacían
estornudar, y leer, y sentir.
Sabes que guardo una pluma,
lo sabes.
Sé que no olvidarás
el recado.