Me miras como yo fuera tu dueño y no es así,
en tus labios se acorrala tu voz asustada,
también resbalan gotas en tus mejillas temblando
y parece no escucharme, mientras estoy hablando.
Niña mia, apena soy dueño de mi propio corazón,
donde hay triste ternura mía para entregarte,
o el recinto de amor donde deseo ubicarte,
que ahora solo es, campanario de repiqueteó.
No te sientas encarcelada en el brillo de mis ojos,
ni te irrites mis ganas de besos al mirarte,
también en tus labios susurra un silencio de beso
en su momento será sublime, suave y suntuoso.
Las gotas de tus mejillas es adjetivo de amar en presente,
pero yo con poder de las palabras quiero expresarte,
que el vértices de mi corazón atrevido ha de agradarte,
sin que te sientas acorralada ni inquieta ante mis ojos.
Muñeca, tus labios uvas madura que son como gotas,
lo presiento que serán dulces gotas de miel pura.
Todo a su tiempo, pequeña sé esperar con mesura,
aún no pretendo robarte los besos sin tu consentimiento.
Autor: Alcibíades Noceda Medina