Delante mí una imponente colina,
tras la cual he de encontrar la soñada ciudad;
pero al llegar al tope de la cima
veo en el horizonte un extenso valle y otra colina más.
Hacia atrás, miro mis huellas acariciarse con el viento;
delante el hogar de la felicidad anhelada,
que siguiendo voy con mi utópico pensamiento
para demostrar al mundo lo que he hecho, casi de la nada.
Voy dejando atrás la soledad y la tristeza
la violencia y desamor entre los hombres,
sigo adelante a pesar de la inclemente naturaleza;
no desmayo, venceré el obstáculo que mi travesía ensombre.
Hago un camino sobre piedras afiladas,
bajo un solveraniego y una luna invernal
para que el mortal entienda que en la hora menos esperada
del sacrificio de una vida, miles han de germinar.
No soy un dios ni mucho menos algo parecido,
soy un hombre que sobre los males de la sociedad,
sacrificar cuanto tiene ha decidido
y hacer cuanto puede para beneficio de la humanidad.
Si preguntaran cómo solo voy luchando
por llegar a la meta de los caminos de la vida,
responderé que soy parte de los que van trabajando
para que el mundo de alegría esboce una sonrisa.
A penas estoy dando el primer paso
comparado al largo camino a recorrer,
a sabiendas de los obstáculos y fracasos
nada ni nadie me hará retroceder.