Finalmente deje de enviar las flores,
y no me juzgas, aprendí a cultivar
en tu corazón, también a reservar
en el mío lugar para grandes amores.
Solo busco la felicidad compartida,
donde uniéndonos impulsamos amor
fraterno, voy demostrando el valor
de mi sucesivo anhelo por la vida.
Hallé en tu sentimiento donaire
y, el mío sin camino surcó el aire
abrazando tu alma con cariño.
En tu cobijo, no sé de tempestad,
el amor nuestro no sabe de edad,
vemos creciendo feliz como niño.
Autor: Alcibíades Noceda Medina