Abro las ventanas que por algún tiempo cierro.
Desarropada es mi mañana con hielo frío.
Te observo a lo lejos en cercanía del cerro
y baja la dicha contigo, cual manso río.
Salgo a buscarte de la sombra de los recuerdos,
murmulla mi silencio y me adornan novedades,
dejo destino que labré en espinudos cardos.
Te observo vestida de nada y adorna verdades.
Por verte aclaro los ojos de los humos de ayer,
mientras borro penas, de mi mente visionaria
y sumerjo en mis abrazos la diosa hecha mujer,
llevando en mí escondida galaxia planetaria.
Entonces dije, te ofrezco el susurro del viento
en cada amanecer por refrescarme los ojos
y por librar de la muerte a nuestros sentimiento,
también por limpiar el paraíso de abrojos.
Del arco iris multicolor de tu azul montaña
agraciado soy, feliz salgo de mi embeleso.
Amor volviste cuando mi corazón te extraña,
la vida en mí, con dulce amor, está de regreso.
El señor de los fierros
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