En los cajones del armario que atesora figuras
de mi niñez perdida, pero dulcemente añorada
surgen He man, Curly, Peter Pan, Brujas y Hadas
de la edad feliz, remanso de alegría y de ternura.
Todos eran universos de ensueño y de misterio
donde un árbol desnudo se convertía en laberinto
con fantasmas tenues o monstruos indistintos
que asustaban menos, que pociones de remedios.
Soldaditos de plomo, descoloridos y quebrados
y almenas enmohecidas en fortines de yeso
donde jugaba mis guerras saliendo siempre ileso
y con orgullo irreal por los enemigos derrotados.
Niñez , donde mis añorados seres me mimaban
y yo brincaba en el regazo de mis abuelitos
besando sus frentes y guardando el tibiecito
calor de sus dulces manos que tanto me cuidaban
Muchos años han pasado y es el recuerdo persistente
de aquellos días de felicidad sin tiempo ni medida
que logra que quienes no están, vuelvan a la vida
porque vibran en mi alma y mi corazón eternamente.
Y de reojo y azorados observan mis soldados tallados
ilusión y creatividad en discos de metal compactos
que venden servida la ilusión de pensar y aún el tacto
de crear las formas, las figuras, del ideal juego imaginado.
Hay que aceptar sin queja que hoy todo es diferente
y lo que era nuestro único mundo hoy está sustituido
por ciber, redes, máquinas, y ciencia que llenó de olvido
el artesanal y cotidiano juego de la amistad entre la gente.