Tardes de agosto,
tardes de siesta y estío,
de perros a la sombra,
y silencio en los caminos,
Fresca, la fuente de la mina
con su latir cristalino
rompe el sigilo adormecido,
En su manto verde, tendido
mi espíritu reposa en vigilia,
a que tu sombra borre
el sol del camino.
Tardes de siesta,
sobre la fresca hierba,
el cántaro a tus pies, vacío,
llenando su hueca mirada
de amores a la sombra
y aromas de eucalipto.
Ya se humedece la tierra,
ya despiertan los caminos,
se va tu sombra despacio,
vistiendo el camino,
tu cántaro lleno,
y verde tu vestido.