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¿Qué fuerzas misteriosas maneja tu magia
que tantas turbulencias producen en mí?
Tu dulce encantamiento agita a los duendes
que afiebrados trabajan produciéndome estrofas
de un verbo delirante que nunca osé escribir.
De pronto y sin que pueda saber cómo lo logras
produces un silencio abismal dentro de mí,
los duendes se retiran, no me habla más la Luna
y tu magia prodigiosa, potente cual ninguna
me sume en un éxtasis que nunca conocí.
Y entonces me desmayo en hondos sentimientos,
alejado de los mundos vuelo en pos de ti
como un cometa errante vagabundo en los cielos
perdido en infinitos más allá de los tiempos,
un sentimiento oceánico se apodera de mí.
Al arrullo de tu magia en sus invisibles brazos
como una dulcísima madre acunas mi dormir
y tu voz melodiosa entona antiguos cantos
sobre el origen de mundos que hubieron hace tantos
millones de años y siglos-luz de aquí.
De pronto tú produces distinto encantamiento
y cambiando a los signos del nuevo sortilegio
que tu imperial capricho irradia sobre mí
soplando amenazantes sus ráfagas sus vientos
de nubosas montañas mi cielo se hace gris.
Y entonces huracanes de ígneos torbellinos
agitan en mi alma estallando en frenesí
salvajes tempestades por mil rayos partidas
cual búfalos rabiosos corriendo en estampida
los viscerales instintos claman de sed por ti.
Mis células hambrientas emiten al unísono
su portentoso grito que llenan los abismos
reclamando alimento famélicas por siglos:
tu carne de gacela, tus músculos felinos
y tu caliente sangre para un ritual vampírico.
Poderosísima hembra, la mejor de raza humana,
la Diosa del deseo, santísima vestal,
tu magia milenaria en altar de amor me inmola,
carnero al sacrificio seré siempre en tu alcoba,
mi sangre será el vino de tu liturgia sexual.
¡Oh, Diosa soberana de mi vida y mi muerte,
tu embrujo omnipotente es la fuerza universal
que me traspasa con rayos de eléctrica energía
haciéndome más hermoso y desbordante de hombría
y me mantiene erguido, elástico y vital!
El viento palidece de envidia a tus encantos,
el susurro de su voz no igualará tu canto
ni el más suave beso en mi piel de la brisa
superará el efecto de tu tierna caricia,
tu fragantísimo aliento vence al aroma del campo.
Lloran su derrota las rosas y las fresas
jugosas por el terciopelo de tus labios rojos.
No refleja el sol en las aguas bellezas
del brillo triunfal de tus morenos ojos
cuando palpitando de deseos me apresas...
El desierto imponente de arenas de cristal
tus dunas y tus médanos no podrá copiar,
tus curvas exquisitas, tus suaves redondeces,
tu piel tibia y elástica, tu aromada humedad
el oasis del desierto jamás remedará.
Ni las blancas columnatas del bello Taj Majal
se comparan a tus piernas de antílope de Kenya
ni la dorada cúpula de la Mezquita de Omar
la convexa hermosura de tu abdomen no tenga
ni la de tus perfectas nalgas las Colinas de Altai.
No tuvo en su esplendor la antigua Babilonia
en sus jardines colgantes la maravilla mundial
del musgo cautivante de tu adorable pubis
y por tu sexo delicado, melífero panal
se suicidan de envidia la orquídea y el tulipán.
¡Oh, bruja encantadora de nocturnales delicias!
Tu magia me fulmina y me vuelve a despertar,
yo cumpliré obediente tus mínimos antojos,
guardaré tus tesoros con mezquina avaricia
sumiso a lo que mande tu augusta majestad,
seré el Sumo Sacerdote de tus ancestrales ritos,
el fanático suicida en el altar de tu amor,
te lameré las plantas, comulgaré tu sexo,
devoraré tus carnes, te sorberé los huesos
y beberé tu sangre en ese clímax final...
By E. Morguenstern,
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