Que amar y amor son entrañables, internos
y nuestra hambre de ternura es infinita.
Ser amadas con el alma no sólo con el cuerpo,
ser preferida, la más amada, no la más bonita.
Que no lloramos porque llorar nos guste
o porque no soportemos que nos duela tanto.
Que del llorar sólo ser consoladas nos preocupa,
pues valor para aguantar, Dios nos dio y nos sobra.
Que los que se muestran más pacientes
y pase lo que pase nos aman y soportan,
con nuestra veneración ya cuentan.
De nuestras manos esperen bellezas;
a nuestros ojos son grandes si respetan,
caballeros, son ustedes “reales altezas”.
West Jordan, Octubre 27/2006
9:17 a.m.