Ríes despacio,
ocultando la cicatriz melancólica
de tus amores tristes.
Vagas con la mirada errante;
buscando en la soledad de tu entorno
y de tu interno psíquico
la sabia del grito enamorado,
momificado,
interlúdico,
músico elégico
de tus pasiones retenidas,
mientras un rosario
va pasando despreocupadamente por tus dedos
cuenta por cuenta,
lágrima por lágrima.
¿A donde vamos?
Surge la elipse
de las cuestiones filosóficas
y el anacronismo de los recuerdos superfluos;
do está, la otrora dama de la noche
que rondaba como un fantasma
por el filo de la mar y la arena,
cobijando marineros perdidos
en el misterio voluptuoso de su puerto.
¿Porqué o para que existimos?.
Caminas de un lado a otro
y te pierdes en el mismo lugar
de tus huellas anteriores.
Sacas tu viejo abanico de plumas de cóndor
y lo hechas a volar hasta que se pierde
en el vértigo de tus alucinaciones románticas;
entonces, los pasajes andinos
de tu tierra emergen
con sus profundos olores,
de lluvias y corrientes fluviales,
abundantes, eternas,
que caen de las alturas del mismo cielo.
¡Patria amada,
Tierra amada,
Hogar amado¡
Dos lágrimas redondas y cristalinas
brotan de tus ojos marrones,
dos lágrimas madre perlas
que brillan como estrellas
en el espacio monótono
de tus ignotos recuerdos,
mientras escribes desde Mallorca
tus últimos versos.
Junio/12/04