EN TIERRAS EXTRAÑAS
Caras que no conozco
gestos que yo ignoraba
palabras que perturban
mi vida sosegada.
Aquel sendero verde
cuyo césped pisaba
es hoy una ancha cinta
de negrura asfaltada.
Aquella pastorcilla
de pícara mirada
se vistió de princesa
recortando sus faldas.
El fresco riachuelo
en que yo me bañaba
está seco y cubierto
de espinos y alimañas.
La iglesita de cuento
donde yo te rezaba
cambiáronla en granero
vendiendo su campana.
Y aquellos abedules
en hilera tan larga,
sombras de nuestros besos,
se han convertido en charcas.
Estando entre los míos
me siento en tierra extraña.
Se apagaron las risas,
se alargaron las caras,
hay rabia y desafío
en todas las miradas.
Ya no nieva en invierno,
ya no hay uvas ni parras.
Ya no verdea el campo
al despuntar el alba.
Aquellas coplas vivas
que el segador cantaba
dejaron las planicies,
buscaron las montañas.
Hoy la gente se encierra
solitaria en sus casas,
sin un vaso de vino,
sin amigos, sin charlas.
Tienen figura de hombres,
de niños o de majas,
pero yo me pregunto:
¿dónde tendrán el alma?
Estando entre los míos,
¡me siento en tierra extraña!
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