Sentí mi espalda lacerada,
Al voltear sobre mi lecho,
Solo el techo dibujaba,
Con sus manchas de humedad,
El rostro que había amado,
Y hoy a mi lado no está.
Por mi ventana las estrellas,
Parpadean sin cesar,
Me recuerdan tus bellos ojos,
Que nunca me cansé de mirar,
Más la noche y su frío,
Me recuerda mi soledad.
¿Donde estas amor mío?
Si supieras que tus manos,
Me acarician sin parar,
En mis sueños e ilusiones
De hombre en soledad.
Por ellas... tus manos...
Mi espalda se laceró,
Fueron tus caricias que el olvido,
En ella huellas marco,
Como cruel látigo invisible,
Que hasta mi corazón llegó.