Te has ido para siempre,
nada podrá hacer que vuelvas.
No tendré más tus besos, tus caricias,
no sentiré jamás el roce de tu piel.
Qué injusta es la vida,
que me ha robado lo que más quería,
mi sueño de cada noche
y la alegría de cada día.
Mi niño;
¿cuidarás de mí desde ahí arriba, verdad?
Sé que lo harás,
igual que lo hacías siempre.
Dormiré cada noche pensando que estás aquí,
conmigo;
susurrandome al oído que me quieres.
Esa será la fuerza para salir adelante,
para vivir sin ti,
pero entregada siempre a tu corazón.
Siempre tuya.