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La Sardina Filipina va a bañarse a la mar en agua fresca y pristina,
con su proporción de sal. A los sardinos pescadores del país de sus amores,
no les parece mal que la sardina filipina, que posee una piel muy fina,
refresque sus ardores en la cresta de las olas
de las aguas cristalinas de Luzón y alrededores.
En sus ojos anidan recuerdos de España,
en su pecho palpita un amor imposible.
Sus labios musitan palabras extrañas,
su rostro refleja un fulgor indecible.
A la sardina filipina un mantón de Manila la voy a regalar,
para que no pase frío, cuando vaya tan de mañana al río,
cuando vaya tan de mañana al mar... y a la piscina,..
no tan de mañana, por estar esta sujeta a horarios de oficina.
Una mañana canina la sardina filipina con un botellón de delfines
del copón... fue a dar. ¡Cuán desmadre y cuán despadre,
sin mascarillas, 'en plena guerrilla,' y sin distancia de seguridad... Cuán!
Los delfines tabernarios no rezaban el rosario
por todo lo que veían los bellos ojos de encina de la sardina filipina.
Los sardinos pescadores del pais de sus amores ¡no daban crédito a sus redes!
que estaban a rebosar de desmadrados delfines en Luzón y alrededores.
¡Les caían por todos lados! revoltosos y atorrijados cual disfraz en carnaval,
ciertamente una amenaza para el cierre perimetral.
En sus ojos anidan recuerdos de España,
en su pecho palpita un amor imposible.
Sus labos musitan palabras extrañas,
su rostro refleja un fulgor indecible.
La sardina filipina no tiene huesos ni espinas, bueno sí, la idem dorsal,
que si te la jinca en las anginas hace que te acuerdes de todo el colectivo
de su cofradía ultramarina, que nada y guarda la ropa en los caladeros de sardinas.
Pero por mucho que presuman de ella, 'se omite': "Calarse hasta los guesos"
y no hasta las espinas. Aunque cuando seamos peces nuevamente,
de seguro que cambiaremos la rutina como nuestra hora ultramarina.
En sus ojos anidan recuerdos de España,
en su pecho palpita un amor imposible.
Sus labios musitan palabras extrañas,
su rostro refleja un fulgor indecible.
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